lunes, julio 31, 2006

POSTERGACIONES.

En ocasiones, nuestras decisiones más importantes se ven postergadas.
Entonces, la vida se encarga de demostrarnos en esos cruciales momentos que no tenemos el más mínimo control de nuestras circunstancias.
Tal vez yo quiero mucho. Tal vez, lo quiero todo. Pero está claro que debo continuar alimentando esa virtud tan poco apreciada y respetada por mí que es la paciencia. Vine precisamente a aprender a atesorarla y poseerla, todo en mi existencia me lleva a concluirlo.

sábado, julio 15, 2006

Y LA FAMILIA SE REUNIÓ...

El viernes 23 de junio llegaron a Antofagasta, desde Santiago, mi tía "Nena" (Lena Bárbara Zlatar Navarro), bellísima hermana de mi padre, con sus hijos Ramón y Adriana Galleguillos y Evita y Gabriela Ramírez Zlatar, y su nuera María Elena.
El motivo era la celebración de los 90 años del Colegio San Luis, del cual mi primo Ramón, oftalmólogo, egresó hace 50 años.
Mi casa se llenó de cariño la tarde del sábado 24, en que nos reunimos a tomar el té, ellos, mi madre, mis hijos y yo. Nos enfrascamos en recuerdos de la infancia, de la adolescencia, y de las personas que ya no están; también, de los antofagastinos "originarios", que dejaron "La Perla del Norte" para radicarse, como ellos, en otras ciudades de Chile y de la nostalgia que ello causa.
Evocamos a nuestra abuela "Marilyn", cónyuge de nuestro abuelo croata (Jakov haraho Zlatar Glavinovic), que siempre nos acompaña espiritualmente en nuestras reuniones familiares, por la profunda e inolvidable huella de optimismo, buen humor y fuerza vital que imprimió en todos sus descendientes.
Ramón y Nana no venían a la ciudad desde hace unos 30 años, y la encontraron pujante, moderna y progresista. Opinión compartida por tía Nena, que no lo hacía desde 1987.
Mis hijos estaban encantados con esta familia que ama la buena mesa, los chistes, las canciones, los licores croatas de marrashkino, de pera y cherry, pero fundamentalmente, la unidad y el amor entre sus integrantes.
El domingo 25 de junio, aniversario patrio de la joven y a la vez, milenaria Croacia (Hrvatska), nos reunimos en el Split, recinto de Hrvatski Sokol, para participar en un almuerzo donde muchas familias de descendientes celebraron a la tierra de nuestros ancestros, en su mayoría provenientes de la Isla de Brac y, en nuestro caso, del pueblo de Povlja.
Tras empanadas chilenas, rizzotto de camarones, cordero, pollo y carne a las brasas, y del típìco cabrito asado al palo, alegremente interpretamos canciones de esas lejanas tierras.
Para despedirnos, nos trasladamos con Pablito hasta el hotel que los hospedó, donde cenamos con mucha nostalgia ante la inminente despedida, pero con el cariño de siempre.
Esos días compartidos son un tesoro en el corazón, pues ayudaron a darle un nuevo sentido a mi apática tristeza e hicieron vivir a mis hijos las alegrías de antaño, las de mi infancia y de mi adolescencia, al amparo de este Clan lleno de vitalidad que me llena de orgullo y de la vibrante energía del amor.
Y cada día mis raíces son más fuertes que nunca.......................

Conclusiones

A veces pienso que he vivido mil años.
Otras veces creo que existo verdaderamente hace un par de meses, días, horas, minutos o segundos.
Nunca es suficiente, sin embargo.
En todo lo que rodea la magia de ser y estar, de existir y de morir, de amar y de odiar, de partir y volver, de avanzar o esperar, y a pesar de las mezquindades y de los excesos, sólo es dable concluir que la vida es una maravillosa e impredecible lección de amor y de humildad.

"Divinidad que estás en mi corazón, ven a mí en este día".

miércoles, julio 05, 2006

RECUPERANDO MI SER

Estuve perdida y me encontré. Ahora comprendo que fue necesario caer y perderme.

Estuve triste y me conmoví. Ahora entiendo que a veces es bueno admitirlo.

Estuve sola y lo admití... Y fue un regalo descubrirme.

Pasé tanto tiempo pendiente de los hijos, en su tiempo, de mi marido, de la casa y del trabajo, que había olvidado que soy una persona que merece regalarse momentos, incluso, momentos tristes...

En el colapso profundo, perdí la fe y la esperanza, para renacer y redescubrir a la divinidad que está en mi corazón, aceptando recibirla.

La enfermedad entera fue indispensable para este proceso.

Sin duda que, tras la noche más oscura, podemos contemplar el amanecer más luminoso dentro de nosotros mismos.

También he comprobado que la fortaleza, el blindaje y las máscaras son perjudiciales para la salud mental y física si se usan para esconder los miedos más sublimes, las penas menos llevaderas y la soledad más profunda.

Después de todo, "nada llora más copiosamente que un trozo de hielo".

Gracias a todos y cada uno de mis queridos visitantes, cruciales en medio de este errante caminar por la tristeza.