lunes, abril 28, 2008

tonight

Mi espíritu se aleja por encima de las olas
y sobre esa alfombra de humedad y gotas de rocío
puede escuchar los pasos de la noche
La noche.
Oscura, profunda, aterciopelada y silenciosa
llena de misterios que la humanidad pretende revelar
y de miedos que intenta superar
cuando la describe, la acota,
y la mensura,
hasta que la deposita dentro de la caja de Pandora
y la encierra, pavorosa.

Esa humanidad científica y poética
que le dio forma,
que la cinceló, la dibujó y la pintó
con tintes tenebrosos,
esa humanidad que la llamó colmena, linterna, coche, faro, almohadón.

Pero nada de eso es la noche
ni me importa lo que es, a ciencia cierta,
sino lo que me hace sentir.

Sólo interesa lo que esta noche tan larga
como las sombras de los amaneceres
puede provocar.

Esta noche que me apura, me insta, me apremia...

Esta noche que me exige despertar para ser feliz
Esta noche que me ordena mandar todos mis espectros,
mis fracasos y mis triunfos al más profundo pozo,
en sus entrañas desconocidas y atemorizantes.

Y eso hago: cierro los ojos y trato de ser yo,
una y única,
y mando todo lejos
hasta que mis rostros desaparecen dentro de una espiral violeta.

Porque sólo así podré erguirme el día de mañana
por encima de las mezquindades del mundo y de mi ser,
sin que sean relevantes
tus egoísmos ni mis debilidades.

domingo, abril 06, 2008

El fracaso

¿En verdad un fracaso es un fracaso?
¿Realmente el fracasado
merece de los demás un lapidario
"ése no ha logrado nada" o que
"sólo ha actuado como un necio"?
¿Es bueno haber recibido el descrédito?
¿Significa realmente ser incapaz, inferior?

Todos tenemos metas en la vida.
O - mejor dicho - aspiraciones, anhelos, deseos.
Queremos lograr siempre algo mejor.

Esperamos algo más
en el plano material, intelectual, espiritual,
afectivo, laboral, escolar...

Etcétera.
Un largo etcétera.

Pero a veces hay una especie de germen que nos sabotea,
un germen normalmente instalado en nosotros mismos,
que saborea el miedo con el que lo alimentamos.

Hasta el más valiente lo conoce,
porque para llegar a ser un valiente
primero debió entender lo que es
ser un cobarde y vivirlo.

Y me quedo pensando en ello, mientras por la ventana
se cuela el color celeste del cielo
y me pinta de azul.

¿Cuál es mi estado actual?
¿exitosa? ¿fracasada?

En el pasado me regocijé con pequeños éxitos
hasta que comencé a aprender de mis fracasos,
de los pequeños y de los grandes.

Pero ahora entiendo y concluyo
que no fui necia
sino que tuve mucha fe,
que no fui cobarde
sino que estuve dispuesta a probar.

Que no soy perfecta, sino humana.
Que siempre habrá razones para librar una nueva batalla
y siempre será necesario luchar con más ahínco.

Y que, si me demoro algo más en alcanzar
algunos sueños,
simplemente será porque Dios
tuvo una idea mejor para mí...

Y tendré la sabiduría suficiente
cuando la entienda y visualice.