Un día más
Otro día se ha ido. Anoche sentí en mi piel el descenso de una gran carga energética y benéfica. Lo recuerdo y la percibo otra vez. No he continuado trabajando en mi Mapa de Ruta, pero las cosas han salido bien. Sólo quiero que Dios-Padre-Madre-Luz derrame en mí, Paz y Amor, en Armonía y Perfección... Salud y Protección, en Armonía y Perfección...
Desde luego, es difícil permanecer en un estado de equilibrio cuando el ambiente circundante está repleto de polaridad. A veces me encantaría estar sola en mi trabajo, analizar las peticiones sometidas a mi conocimiento en calma, sin saber (porque no me interesa), lo que pasó con la vida "privada-pública" de mis congéneres... las discusiones inútiles, el encono perpetuo y las rivalidades que se ventilan ante mí...
¿Me será concedido librarme de los influjos negativos que insisten en darme a conocer? No se me había ocurrido pedirlo.
De lo cotidiano: mi hijo pequeño tiene nuevos amigos. Son los hijos de un Notario Público. Mi "niña", a su vez, ensaya para la presentación de danzas de las colectividades extranjeras. Va y viene entre sus estudios universitarios, su ramo electivo de idioma japonés, las clases de lengua croata (que tiene algo botadas). Está viva. La miro y me veo, cuando a su edad, circulaba por un Santiago que a ratos me parecía gigante, desde el pensionado de monjas, en la calle Salvador, hasta Pío Nono con Sta. María, desviando el camino para ver cine-arte en el Normandie, escuchar jazz en la FAU, ir al Planetario de la Usach, siempre con mis amigas y amigos, de entonces y de hoy (qué grato ha sido conservarlos)...
De lo espiritual: la presencia intangible de mi amiga Cinthya, mujer fuerte y especial. Comprometida con sus afectos.
En fin. Se fue otro día. Otro balance. Otra puesta de sol. Mañana será otro día, como dijo Scarlett O'Hara, en "Lo que el viento se llevó" (aún).