domingo, mayo 28, 2006

ANÁLISIS

He comprendido que en cualquier circunstancia, he estado en el lugar y la hora correcta y en el momento exacto.
Me di cuenta que mi angustia y mis sufrimientos emocionales no pasan de ser una señal de que voy en contra de mis verdades.

Dejé de desear que mi vida sea distinta y he comenzado a ver que todo lo que sucede contribuye a mi crecimiento.

Comencé a entender que es ofensivo forzar alguna situación o a alguien, sólo para realizar mis deseos, incluso, sabiendo que no es el momento, que esa persona no está preparada y que, tal vez, yo tampoco...

Me he ido despojando de todo lo que no es saludable, personas y tareas. Todo. Cualquier cosa que me desanime.

Dejé de temerle a mi tiempo libre y de hacer grandes planes. Abandonaré los proyectos a muy largo plazo. Hoy hago lo que considero correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo.

Desistí de querer tener siempre la razón.

He dejado de revivir el pasado y de preocuparme por el futuro.
Me mantengo en el presente, que es donde la vida realmente ocurre.

Hoy vivo un día a la vez...

Comprendí que mi mente puede perturbarme y decepcionarme, pero que, cuando la coloco al servicio del corazón, se torna una enorme y valiosa aliada.

En síntesis, se trata de obtener autoestima, autenticidad, madurez, respeto, amor propio, simplicidad, humildad, plenitud... De saber vivir.