sábado, julio 19, 2008

sentencia

Soy feliz.
Dios acaba de dictar mi sentencia personal,
diciendo:
- "Señora, usted es feliz"
No muy convencida
con la noticia
cerré los ojos obedientemente
y mis manos se entrelazaron
en una tímida actitud de recibir.
- "¿En verdad soy feliz?"-
Apenas balbuceada la pregunta
mi corazón se hizo estrecho
para contener lo amado
y lo vivido.
Lo anhelado, lo alcanzado,
lo superado y lo pendiente.
Esa oxidada lanza quijotesca.
La adarga al brazo, toda fantasía.
Las botellas verdes con mis poemas
flotando entre las olas del océano.
La mítica Portada.
Mi rostro entre tus manos.
Mis luchas personales
en contra de la Muerte.
Mi fortaleza
y mis debilidades.
Como siempre, el Buen Dios tiene razón.
Y aquí me tiene,
estremecida y sonriente,
recordando cada beso y cada llanto
cada tristeza y cada estallido
cada relámpago y todos mis oleajes.
El témpano de mis enfermedades.
La incandescencia de mi energía.

Ciertamente soy feliz porque Él me hace fuerte.
Y ya nada importa
si mi corazón agradece cada minuto y cada hora
por haberlo vivido
como si fuera el último.

lo que quedó

¿Qué fue lo que quedó
de entonces?
¿Qué es lo que guardo de ti
después de un tiempo?
Nada.
Todo.
Algo.
Poco.
Ni un rastro en la noche:
cada lágrima
lavó la cara de la luna.
Ninguna huella
que el agua mañanera
no borrara con paciencia.
Nuestras voces perdidas
entre los farellones
y las olas iracundas.
Mas, sin embargo,
no obstante,
empero,
por cierto,
me miro el alma
de vez en cuando
y aún encuentro
esas tenues quemaduras
de tu lumbre...