domingo, septiembre 21, 2008

Moderna esclavitud

Repaso las noticias internacionales y observo cómo, malamente, el reflexivo Oriente se "occidentaliza" y ahora exhibe las angustias y neurosis propias de un sistema económico que, de "libre", nada tiene.
Creo que vivimos una clase de perversa y moderna esclavitud, que se cuela por todo el Orbe y nuestro tirano es tan pequeño que nos cabe en el bolsillo.
Don Dinero, asociado al poder del Interés Monetario, son los supremos hacedores de la riqueza del siglo XXI, cada vez peor repartida.
¿Pero cómo que está mal repartida? Si ahora todos tenemos acceso a la tecnología, todos pueden contar con un celular, se nos abren miles de posibilidades bien publicitadas.
Pero no es tal...
Y es que detrás de un chip hay manos infantiles que lo elaboraron. Detrás de un juguete destinado a la dicha de un inocente niño, están los pequeños dedos de un pequeño asiático, tan inocente como aquél, que restó horas a su infancia, para trabajar por una suma tan ínfima, que el producto de su trabajo es barato y conveniente en nuestras tiendas.
Así las cosas, hay cientos de ejemplos que nos muestran cómo don Dinero se ha enseñoreado de este naciente milenio. Y no podemos escapar de él, en esta bien montada maquinaria, que nos despierta anhelos de gozo que sólo pueden hacerse realidad tras la adquisición de bienes...
¿Pero cuánto pagamos por ello? Millones, sólo en intereses convencionales y/o legales.

Somos esclavos modernos. Pero nuestro anhelo dejó de ser la libertad. Es la felicidad.
Estamos convencidos que ésta la hallaremos usando una marca determinada, adquiriendo una estupenda casa y manejando el mejor auto.

Somos esclavos porque dejamos de comprender que la felicidad está en un espacio pequeño e invisible que Dios nos regaló cuando en él depositó nuestra alma. Nuestra pura e inmortal alma que es capaz de llenarnos de una dicha buena y altruista.

Por eso, es necesario mirarse para adentro. Porque es ahí donde está el amor de verdad, la confianza, la estabilidad y la dicha. Pero sobre todo, la compasión por este mundo material que nos vuelve cada día más esclavos de sus dioses de pies de barro...