sábado, abril 29, 2006

Y COLAPSÉ...

Siempre me ha caracterizado la fuerza interior y el optimismo a toda prueba. Soy porfiada y no me gusta aceptar que puedo ser débil o sentirme así. Mi lema es siempre pensar que las cosas malas, tarde o temprano, pasan, y que la vida hay que enfrentarla con una sonrisa.

Nunca me detengo a pensar si estoy triste o no, pero este año, diversos acontecimientos me obligaron a sentarme a un costado del camino, coger un espejo y mirarme.

...Pero como me dio pena, me levanté, me sacudí la ropa y seguí. No estaba para perder el tiempo en la autocompasión.

Más adelante había una gran piedra que no detecté. Tropecé con ella y me caí. Quedé acostada, mirando al cielo. Noté que estaba nublado, aunque yo me empeñase en verlo nítido y azul. Froté mis ojos, me paré y seguí porfiadamente.

El camino se hizo angosto y se oscureció. "Ah, no" - me dije a mí misma - y entonces busqué un machete para cortar la maleza y las ramas secas que impedían seguir y, de paso, impedían que la luz del sol lo inundara todo. Pero no tuve fuerzas. Ni siquiera lo pude levantar. Se me cayó de las manos.

Me quedé quieta, entonces. El amor pasó por mi lado y me saludó. Lo seguí con pocas ganas, pero con la sensación de estar alegre. Huyó. Se enredó en los ramales. Lloré. Hace tiempo que no lo hacía. No me gustó la sensación y con obstinación volví a pararme. No estaba muy convencida de mis fuerzas, pero igual, caminé.

En eso, apareció una paloma negra, que trajo una mala noticia. Volví a llorar... ¿cómo era posible?

En tanto, el amor regresó y, aunque no hubo un encuentro físico, ha hablado con esperanza. Sin embargo, sus palabras no provocaron en mí una gran felicidad, debiendo hacerlo.

Entonces di el primer paso: aceptar que estaba mal y que no podía caminar sola. Ayer fui al psiquiatra.

El diagnóstico ha sido Síndrome de Fatiga Crónica y depresión. Me tragué las lágrimas en la consulta. Debía hablar de los últimos acontecimientos de mi vida, pero me remonté ocho años atrás... ¡ocho!.

Comprendí que si los estaba trayendo a mi presente era porque no están superados. Me zambullí en una gran tristeza. Entendí los últimos trastornos del ánimo. El hecho de estar llorosa sin grandes motivos. El paso por lapsos irascibles o de gran susceptibilidad. El insomnio y el cansancio. El hecho de pensar una palabra y decir otra. La desconcentración. La pérdida de mi privilegiada memoria.

El caso es que el médico me mandó a descansar. Y me explicó que los medicamentos servirán para restablecer la química de mi cerebro, porque está alterada.

Ahora pienso que, tal vez, todo empezó con la separación matrimonial. O con expectativas no resueltas. O por esta gran soledad emocional. O porque fui soberbia al pretender que todo iba a pasar con mi sola decisión. Con la mera expresión de mi voluntad. Por las autoexigencias que me impongo.

No obstante, ha sido bueno tener que aceptar que estoy débil. Más humana de lo que pretendo ser. Que durante un tiempo no valdrá la pena "jugar" a ser la funcionaria más eficiente, ni la mamá que soluciona todo en casa - a falta de padre - ni la mujer infatigable que es capaz de desempeñar dos trabajos en su oficina, para regresar a casa y enfrentar, sola, su organizado funcionamiento.

Ya no. Por un tiempo no. Llegó el momento de quererse. De quererse bien. Hasta de autocompadecerse un poquito. De permitirse llorar sin enjugar las lágrimas y decir, como Scarlett O'Hara, que "mañana será otro día". De detenerse si estoy cansada. De sentarse en el sofá para mirar por el balcón. De perder el tiempo. De dormir.

martes, abril 25, 2006

ACERCA DE LA MUERTE

"La muerte, ese otro mar, esa otra flecha, que nos libra del sol y de la luna y del amor..." escribió J. L. Borges.
Cuando pasa la muerte todo se pierde por un instante. Es tan fuerte el golpe emocional que nos quedamos paralogizados. Boquiabiertos. Agotados.
A nadie deja indiferente.
Pasa y se lleva la luz interna, la lozanía de la piel, el brillo de la mirada, el calor de un abrazo, las palabras de amor... A veces, hasta se lleva la esperanza.
Cuando nos golpea, nos derrumba.
Es grande y avasalladora su presencia, pues tiene el poder de llevarse lejos lo más querido.
A veces se presenta como la finalización del sufrimiento físico. Otras, desde un salto al vacío para eludir el dolor espiritual. También, como resultado de la imprevisión, la sorpresa y el asombro. La maldad o la negligencia culpable. Sea cual sea la forma, se siente.
Amenaza.
Cansa.
La resignación ante su paso, consuela. Difícilmente. Pero alivia en algo el dolor de la abrupta separación física.
La fe nos enseña que la muerte es sólo un cambio. La finalización necesaria de una etapa que precede a otra más importante y eso nos ayuda a entenderla mejor, pero no a superarla de inmediato.
Y es que su manto apenas visible,
su envolvente silencio,
su sordera a todo ruego,
constituye uno de los misterios más grandes que el ser humano contempla, reverencialmente, desde el principio del Tiempo.

IN MEMORIAM

CARLOS EDUARDO CAMPOS DURÁN
Carlos:
Dondequiera que estés ahora, estás mejor.
Cumpliste bien tu contrato espiritual que te depositó en la Tierra en el mes de noviembre de 1961, para iniciar un nuevo aprendizaje.
Viviste tu breve vida, intensamente.
Amaste la música y el rock: cantabas con el alma, con ese frenesí adolescente que nunca perdiste, según comprobamos cuando la Generación 1978 se reunió tras 25 años de egresados, en mayo de 2003.
Nunca se nos va a olvidar tu interpretación de "Satisfaction", ese tema de The Rolling Stone que te transformaba.
Pero más que nada, fuiste un buen amigo de tus amigos. Padre y cónyuge. Hijo.
Nosotros dos no fuimos amigos durante tu estadía en el Colegio, sólo compañeros.
Nunca te dije que me encantaba oírte cantar y hoy me arrepiento.
Estimé que era suficiente con aplaudirte y saltar de alegría con tus canciones, que siempre bailábamos en las fiestas del colegio.
Pero por alguna decisión acordada en Lo Alto, me convertí en la portadora de todas las noticias relacionadas con tu enfermedad...
En las mañanas, se me hizo un hábito telefonear a la Clínica Alemana, en Santiago, para saber de ti...
O, ante cualquier duda, me comunicaba con Edwin Orchard, quien perteneció a mi curso en el colegio y con el cual tú trabajabas ahora, en la Minera Escondida.
Pero no sé por qué...
¿Acaso me escogiste tú mismo para esta misión?
Tal vez. Ya no importa mucho, en todo caso.
Seguramente aún estás cerca, contemplando lo que dejaste tras tu partida...
"Neumonitis fulminante con shock séptico" era tu diagnóstico, pero tus defensas jamás se fortalecieron... ¿Fue por tu hábito de fumar? ¿O simplemente tenías que irte? Jamás lo sabremos...
Forma parte de la misteriosa duración de la vida y de la larga separación que produce la muerte.
Descansa en paz...

EL DESTINO ESTABA ESCRITO.

Yo te esperaba pacientemente y no llegaste
Pasó la noche del viernes y se fue el sábado.
Yo continué mi vida, no obstante, pues una mala noticia sacudió mi paz: el viernes falleció un ex - condiscípulo del Colegio, en la ciudad de Santiago, cuestión que merece un post aparte.

Volviendo a ti, a lo mío, a lo nuestro, el domingo diste noticias. Viajaste enfermo. Cumpliste tus obligaciones con la universidad y volviste a tu hogar.

Extrañamente, no me inmuté demasiado. Presentía, en el fondo, que éste no iba a ser "nuestro" fin de semana.
Sin duda que influyó la mala noticia, porque cuando la muerte bate sus alas cerca, todo se altera a su paso.

Todo.

Hasta la decepción empequeñece... Y no duele.

miércoles, abril 19, 2006

EL AMOR DE MI VIDA...

¿Alguno de ustedes ha amado, o ama, con toda el alma?
Hace mucho de eso, en mi caso.
Amé con la más absoluta renunciación, generosamente. Apasionadamente. Y también, triste y dolorosamente.
En esa época, cuando todo terminó por su decisión, un buen amigo dictó la siguiente sentencia al respecto. Me dijo, consolándome ante lo irrevocable, la siguiente oración:
- "Olie, nadie se casa con el amor de su vida".
Lo tomé como una invitación a la resignación, que es un gran, gran consuelo, pero no como una verdad casi universal.
El tiempo sanó las heridas del alma con mucha lentitud.
El tiempo trajo un segundo amor, con quien me casé.
El tiempo también se llevó ese cariño y, de nuevo, todo finalizó. Pero nunca fue tan doloroso como ésa, la primera vez.
El tiempo trajo amistades con grandes decepciones amorosas, a quienes yo debí contener y consolar, empleando la misma oración que, en medio de ese gran dolor antiguo, recibí.
Y entendí algo.
Pocas personas son las que tienen la dicha de quedarse junto al amor de su vida. Las hay, pero esos afortunados son los menos.
Yo no me quedé con el mío. Cuanto más lo amaba, él, menos me quería. Cuanto más le daba, menos recibía. Cuanto más lo ayudaba, él, menos me correspondía. Fui leal, abnegada y generosa. De él recibí egoísmo y migajas. Traición. Heridas que he ido borrando sólo con ayuda de la madurez.
Obviamente, no era para mí. Su vida actual es una prueba. Ha sufrido su cuota y me da pena saberlo.
Me dejó esa marca indeleble del desamor y no he vuelto a amar a nadie, como lo amé a él
Me pregunto a veces si sería capaz de dar el alma de nuevo. De renunciar a tanto, de nuevo.Concluyo que no. Ya no. Ahora son mis hijos lo que disfrutan de ese amor ilimitado, absolutamente leal y generoso. Nunca imaginé que así sería. Tuve que ser madre para comprenderlo...

martes, abril 18, 2006

LA ESPERA

Yo no te esperaba. Sólo quería quedarme con el buen recuerdo. Nada más que con el último beso en la escalera, pues la angustia de estar lejos constituye un elemento distorsionador de las emociones y de toda buena intención. Pero la paloma blanca trajo tu mensaje. Y luego vino otro.

Persistí en mi silencio, pero esa actitud cambió cuando llegó tu anuncio. Ése que me tiene instalada con una serena perplejidad, mirando los cristales de esa ventana alta y angosta que es mi vida, la ventana que tiene una cortina bordada y pasamanería de cintas blancas. Ésa que abrí tímidamente para ti y volví a cerrar con estrépito, haciendo temblar sus vidrios, que resistieron a pesar de la tristeza.

Ahora la miro, hipnotizada. Me pregunto si seré capaz de abrirla otra vez o si sólo me atreveré a contemplarte detrás de la cristalera... Muy quieta y serena, mientras estoy sentada en mi principesco sofá, escuchando de tu vida hasta ahora. De tus alumnos. De tu regreso. De tu Alma Mater.

No sé si quiero que el Tiempo te permita llegar a mi puerta. Una parte de mi ser lo anhela, pero la otra, la arista racional, cruza los brazos.

¿Cuál vencerá?

Lo ignoro.

Si este Destino que se empeña en mantenerte unido a mí llega a dominarlo todo, está claro lo que va a suceder.

En tanto, sigo sentada, dulcemente...

lunes, abril 17, 2006

VIENES...

Me avisaste que vienes.

Vienes...

Vienes y la sola idea me paralogiza.
La sola expectativa de verte me derrumba.
La secreta y sola esperanza, renace.

Oh, Dios, yo no quiero que renazca, ¿o acaso lo deseo?.
No quiero que me destroce, ni que me paralice...

¿Qué harás conmigo?
¿Qué haré con este destino ya trazado
que se empeña en mantenerme junto a ti?

Creo que todo ha quedado en manos de Dios.
Y que ya no me rebelaré en contra de sus designios:
lo que es, es...

Y que sea lo mejor...

lunes, abril 10, 2006

RECORDEMOS A ERNESTO CARDENAL...

Epigrama

"Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era el que te amaba más.


Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo".


De: ERNESTO CARDENAL

miércoles, abril 05, 2006

ÉRASE UNA VEZ...


Había una vez una isla, en la que vivían todos los Sentimientos y Valores del Hombre: el Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría... etc. También, el Amor.

Un día se anunció a los Sentimientos y Valores que la isla estaba por hundirse. Entonces, todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el Amor quedó esperando solo, hasta el último momento.
Cuando la isla estaba a punto de perderse, el Amor decidió pedir ayuda.

La Riqueza pasó cerca del Amor en una barca y el Amor le dijo:-"Riqueza, ¿me puedes llevar contigo?"-"No puedo, porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti".
Así, el Amor decidió pedirle socorro al Orgullo, que estaba navegando en un magnífico yate.-"Orgullo, te ruego, ¿puedes llevarme contigo?"-"No puedo llevarte, Amor..."- respondió el Orgullo - "aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi embarcación".
Entonces, el Amor dijo a la Tristeza que se estaba acercando:-"Tristeza, te lo pido , ¡déjame ir contigo!".-"Oh, Amor" - respondió la Tristreza - "estoy tan triste que necesito estar sola".
Luego, el Buen Humor pasó frente al Amor, pero estaba tan contento que no escuchó que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo:-"Ven Amor, yo te llevaré conmigo"
Se trataba de un viejo que lo llamaba.El Amor se sintió tan contento y lleno de gozo, que olvidó preguntarle su nombre al viejo.
Cuando llegó a tierra firme, en donde también se encontraba el Saber, el viejo se despidió y se fue.
En ese momento el Amor se dio cuenta de cuánto le debía y le preguntó al Saber:-"¿Puedes decirme quién me ayudó?"

-"Fue el Tiempo"
-"¿El Tiempo?" se preguntó el Amor, "¿y por qué será que el Tiempo me ha ayudado?"
El Saber le respondió:-"Porque sólo el Tiempo es capaz de comprender cuán importante es el Amor en la vida".

lunes, abril 03, 2006

EL OJO DE DIOS...

Ésta es la Nebulosa Hélice. Es el "Ojo de Dios".
Fue fotografiada en el año 2004
por el telescopio espacial Hubble, de la Nasa.
Su identificación astronómica es NGC7293 y tiene 1,5 años luz de diámetro.
Foto: entremilpas.com
Carlyle dijo que "el Universo no es sino un vasto símbolo de Dios" y la tecnología del siglo XXI le ha dado la razón.
Él nos mira desde el Infinito, con su Infinito Amor. Somos amados tiernamente y es muy poco lo que debemos hacer a cambio, porque desde Su fuente inagotable fluye eterna y se desparrama la emoción exquisita.
Basta amar, para sentirlo.
Basta amar, para saberlo.
Basta amar, para entenderlo.
Dios nos mira desde lo alto.
Y es cierto.
¡Por Dios que es cierto!