sábado, febrero 19, 2011

De proezas heredadas

Nunca atravesé el Océano Atlántico, abuelo,
para echar raíces en tierras extrañas,
pero dejé la casa conyugal
con mis dos brotes,
para terminar con el hastío y la zozobra,
arribando a buen puerto.

Nunca he corrido riesgos en el juego del azar,
pero he apostado para cambiar mi vida;
empecé tal elección en pos de mis estudios
y nada indica que se haya detenido
la fuerza ni el ímpetu.

Mi hija sigue tu senda de proezas
y mi pequeño ya siente la llamada de sus ancestros.
No será extraño que Europa lo reciba
en un viaje opuesto al tuyo
para cerrar la familiar circunferencia de aventuras.

2 comentarios:

fgiucich dijo...

Has apostado a la vida y acertaste con la mejor basa. No me cabe duda. Abrazos.

AleMamá dijo...

Yo suelo pensar bastante en este tema: los ancestros llegados acá a dejar sus huesos y los descendientes ivirtiendo el recorrido, como mi hija en Alemania.
Saludos. Te había perdido pero te he hallado de nuevo. (Parecen palabras de la parábola del Hijo Pródigo, jeje)