RELATO
Domingo en la mañana. El sol estaba tenue y las nubes, borrosas. Ella leía impaciente, sin saber qué aguardar. El timbre le avisó su llegada y, presa de su encabritado corazón, corrió escalera abajo. Lo halló sonriendo, cálidamente.
Ella se zambulló en sus brazos y dejó que sus labios navegaran en su boca, durante una eterna brevedad, en esa magia del tiempo que parece ser al mismo tiempo escaso y pleno, como esa contradicción que existe entre las horas largas y la vida corta y frágil...
La magia sólo fue por un par de horas. Se despidieron sin promesas, pero con mucha esperanza, pasado el mediodía.
En la mesa de la cocina quedó un desayuno cortés, la conversación espontánea y los recuerdos de sus vidas universitarias, cuando estudiaban la misma carrera en dos planteles diferentes.
En la sala de estar quedaron los abrazos eternos y las manos de él, dibujando su cara con delicada devoción.
Se marchó hacia la nada después del mediodía. Ella espera su regreso. Él, posa sus ojos en una costa distinta, en un puerto comercial, desde la ventana de su recién estrenado despacho. Y tal vez, al contemplar el color del mar, se acuerde del color de su mirada, que ahora le sonríe desde lejos.
1 comentario:
bonito
sera el inicio de un amor para toda la vida, acuerdate de mi.
Juanca
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