martes, noviembre 22, 2005

Javiera Paz

Mi hija llegó al mundo un 6 de octubre, tras un excelente parto. Su dulce espera fue un período de mucho crecimiento y reflexión, unida al arduo trabajo de mi práctica en el Consultorio Civil Central de la Corporación de Asistencia Judicial de la Región Metropolitana, en calle Agustinas con Amunátegui.
Quedé embarazada el 3 de enero de 1986 y, sin saber de su existencia, empecé la práctica de titulación el 10 de ese mes. Salvo por el descanso del feriado judicial, en enero, no paré de trabajar hasta que el 31 de agosto aterricé en Antofagasta, para aguardar aquí su nacimiento.
"Javi" llegó puntual a su cita: a las cero horas del día 6, tras cumplir en forma exacta su gestación. No lloró cuando vio la luz, nunca habré de olvidar su mirada absorbente de mundo, de mamá, de pabellón.
Mis primeros trabajos en Antofagasta, todos sin previsión y a honorarios, en su mayoría los hice con ella, a quien cargaba en un porta-bebés color azul. Su serena belleza de "guagua" regalona conquistó a Notarios de la época y a los funcionarios del Conservador de Bienes Raíces, de la Tesorería Regional y del Servicio de Impuestos Internos, donde, de ordinario, dirigía mis pasos para solucionar los problemas de concesiones de la Pesquera Punta Angamos, con sede en Mejillones.
Mi vida como madre soltera no fue difícil, pues el trago amargo de un embarazo solitario ya había sido superado con creces. Mi padre fue fortaleza y apoyo para enfrentar y entender mi nueva realidad, para soportar los rumores de mi entorno, para dejar de ser la siempre mimada niña y enfrentar mi nueva misión como una mujer. Mis amigos y amigas de entonces fueron esenciales en Santiago, para sentirme acompañada, para desahogar el alma y los ojos, para apretar los dientes y seguir adelante, ignorando los comentarios de pasillo en la Corporación.
Hoy la miro y me siento feliz sólo de verla: bienamada, protegida, responsable, inteligente, sensible e intuitiva. Intrínsecamente buena. Y doy gracias a Dios todos los días porque me dio el valor suficiente para traerla al mundo, a pesar de los aciagos días que la soledad me obligó a vivir.

La foto corresponde al año 2004 (actividad interna del IVºA, Hrvatska Skola San Esteban, Antofagasta. La tercera, de izquierda a derecha).



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